Abres los ojos. Todo va bien.
Te concentras por un segundo en mirar algo que llama tu atención.
Te vuelves. Todo ha cambiado: está destruido.
Cada mañana, al despertar, mira a tu alrededor. Busca una fotografía, un recuerdo del pasado y cárgate con la fuerza de aquel instante. Con esa energía enervando tu espíritu, sólo piensa en las palabras mágicas: "Sonríele a la vida, y ésta te sonreirá".
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