¿Qué
se siente ahora? ¿Qué es lo que pasa por tu mente?
No,
no es fácil, ¿verdad? Pero tú lo hiciste sin pensar.
Dime,
¡mírame a la cara! ¿Por qué lloras? ¿Es que tienes miedo? ¿Sólo mirarte me hace
pensar en las ganas que tengo de hacerte lo mismo, ¿no crees que lo haga?
Mira
esta foto. ¡Mírala! ¿Sabes quién es? Sí, claro que sí sabes quién es, lo sabes
perfectamente. ¡Mírala! ¿Te acuerdas de su nombre? No lo creo, seguro que se te
ha olvidado. Marta, recuérdalo, Marta, ése era su nombre. ¿Quieres que te lo
deletree? M, A, R, T, A. ¿Lo recordarás? ¿Sabes qué edad tenía? Tampoco,
¿verdad? Quince años, sólo quince años.
Fíjate
que uno de sus sueños era ser veterinaria, le encantaba los animales. ¿Sabías
eso también? Dime, ¿lo sabías?
Pensar
en todo lo que me has quitado, pensar en lo que le hicistes. ¿Crees que no te
voy a hacer nada? ¿Eso crees? Piénsalo, ¿crees que tengo miedo a arruinar mi
vida por una mierda como tú? No, perro, no; no temo ya a nadie.
Te
he observado durante semanas, he visto todo tu mundo y he estado muchas veces a
punto de hacerlo; pero no, no sin antes haber podido ver esa cara de miedo que
tienes.
Ya
no te ríes tanto como cuando salimos del juzgado, ¿verdad? ¿Qué fue lo que me dijiste
en mi propia cara? Ah, sí, es verdad, “me tomaré unas copas y luego a…”, bueno,
esa palabra mejor me la reservo.
Mira
a tu alrededor. ¿Crees que alguien sabe que estamos aquí? Sólo hay árboles,
silencio, tranquilidad.
Ya
no eres tan hombre, tan macho. Fíjate que estoy pensando ahora que te veo tan
llorón que es mejor soltarte y dejarte marchar, ¿sí?
Pobre
iluso, me haces reír, tu simple cara me da nauseas y de aquí no vas a salir,
no, no, no.
¿Sabes
cuánto tiempo estuvimos mi mujer y yo buscándola? ¿Sabes la de veces que nos
despertábamos en la noche pensando que ella estaba dormida en su habitación?
He
ido de un lado para otro, buscando pistas falsas, hablando con presentadores y
pidiendo entre lágrimas que me devolvieran a mi hija.
Ella
tenía una vida por delante, ¿lo sabías?
¿Qué?
¿Qué dices? ¿Que te perdone? ¿Que no te mate?
Dime,
¿te pidió ella lo mismo?
El
juez tal vez te dejara en libertad, pero yo no te perdono.
Por
secuestro, violación, mutilación y asesinato de Marta Gómez Almiza, yo te condeno
a morir enterrado vivo.
-------
Nota: este relato no me pertenece. Desconozco el nombre de su autor original, ya que llegó a mis manos en una clase de Taller de Narrativa en el colegio. Las palabras captaron mi atención y lo guardé con interés, esperando algún día compartir la rabia que guardan sus palabras.