martes, 27 de noviembre de 2012

El Juicio (Prax)


¿Qué se siente ahora? ¿Qué es lo que pasa por tu mente?

No, no es fácil, ¿verdad? Pero tú lo hiciste sin pensar.

Dime, ¡mírame a la cara! ¿Por qué lloras? ¿Es que tienes miedo? ¿Sólo mirarte me hace pensar en las ganas que tengo de hacerte lo mismo, ¿no crees que lo haga?

Mira esta foto. ¡Mírala! ¿Sabes quién es? Sí, claro que sí sabes quién es, lo sabes perfectamente. ¡Mírala! ¿Te acuerdas de su nombre? No lo creo, seguro que se te ha olvidado. Marta, recuérdalo, Marta, ése era su nombre. ¿Quieres que te lo deletree? M, A, R, T, A. ¿Lo recordarás? ¿Sabes qué edad tenía? Tampoco, ¿verdad? Quince años, sólo quince años.

Fíjate que uno de sus sueños era ser veterinaria, le encantaba los animales. ¿Sabías eso también? Dime, ¿lo sabías?

Pensar en todo lo que me has quitado, pensar en lo que le hicistes. ¿Crees que no te voy a hacer nada? ¿Eso crees? Piénsalo, ¿crees que tengo miedo a arruinar mi vida por una mierda como tú? No, perro, no; no temo ya a nadie.

Te he observado durante semanas, he visto todo tu mundo y he estado muchas veces a punto de hacerlo; pero no, no sin antes haber podido ver esa cara de miedo que tienes.

Ya no te ríes tanto como cuando salimos del juzgado, ¿verdad? ¿Qué fue lo que me dijiste en mi propia cara? Ah, sí, es verdad, “me tomaré unas copas y luego a…”, bueno, esa palabra mejor me la reservo.

Mira a tu alrededor. ¿Crees que alguien sabe que estamos aquí? Sólo hay árboles, silencio, tranquilidad.

Ya no eres tan hombre, tan macho. Fíjate que estoy pensando ahora que te veo tan llorón que es mejor soltarte y dejarte marchar, ¿sí?

Pobre iluso, me haces reír, tu simple cara me da nauseas y de aquí no vas a salir, no, no, no.

¿Sabes cuánto tiempo estuvimos mi mujer y yo buscándola? ¿Sabes la de veces que nos despertábamos en la noche pensando que ella estaba dormida en su habitación?

He ido de un lado para otro, buscando pistas falsas, hablando con presentadores y pidiendo entre lágrimas que me devolvieran a mi hija.

Ella tenía una vida por delante, ¿lo sabías?

¿Qué? ¿Qué dices? ¿Que te perdone? ¿Que no te mate?

Dime, ¿te pidió ella lo mismo?

El juez tal vez te dejara en libertad, pero yo no te perdono.

Por secuestro, violación, mutilación y asesinato de Marta Gómez Almiza, yo te condeno a morir enterrado vivo. 


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Nota: este relato no me pertenece. Desconozco el nombre de su autor original, ya que llegó a mis manos en una clase de Taller de Narrativa en el colegio. Las palabras captaron mi atención y lo guardé con interés, esperando algún día compartir la rabia que guardan sus palabras. 

martes, 6 de noviembre de 2012

Preguntas que me hago

Una persona lucha con más ímpetu cuando sabe que al final hay una meta a la que llegar.
Pero cuando no sabes a qué aspiras... ¿cómo te motivas?
Si no ves el final, ¿hasta cuándo sabes que tienes que seguir corriendo?

sábado, 3 de noviembre de 2012

Ese susurro que quiere ser oído... esa historia que quiere ser escrita


Voy a contarte un secreto: echo de menos esos días en los que me ponía delante de ti y redactaba las locuras que se me pasaban por la cabeza. Cuando cerraba los ojos y me dejaba llevar por el ritmo de las voces que me reproducías. Obligabas a mis dedos a bailar y realizar el baile más hermoso que yo había conocido hasta el momento y me sorprendía a mí misma cuando lo repasaba, porque no llegaba a reconocerme en lo que yo creaba. Todavía pienso que aquella persona que escribía tales cosas no era yo. O si era yo, se trataba de una parte reprimida de mi ser que ni yo misma, a estas altura, llego a aceptar, porque me parece demasiado increíble para ser verdad. ¿Es posible que nuestra subconsciente sea capaz de expresar aquello que nuestra conciencia no es capaz de decir?

Quiero sentir… Quiero dejarme engullir por el agua y sentir que la corriente me arrastre. Tengo olvidada esa experiencia. A veces, si me pongo a ello, soy capaz de recordar ese nudo en la garganta y esa ilusión de ir creando frases y conversaciones que me entretenían, que me hacían crear batallas que ni siquiera sería capaz de recrear en la realidad. La recuerdo, pero como no soy capaz de volver a ponerme a ello, me siento vacía porque no recuerdo cómo me ponía a ello.

Tantas horas pasé delante de ti… Tecleando desesperadamente, en cuanto las personas normales se hubiesen ido a dormir, yo me sumergía en ese estado concentrado y medio dormido, apoyaba la cabeza contra la pared de la cama y simplemente, escribía… A veces me detenía, pero apenas eran unos minutos antes de seguir con mi labor. Nada sacaba de ello, salvo autocomplación. Sábados noche, mientras los demás disfrutan bailando, emborrachándose o disfrutando de su juventud echando un polvo que tal vez no recuerden al día siguiente o del que darían todo el oro del mundo por olvidar y fuesen olvidados, no me sentía rara por sumirme en ese estado semi-inconsciente… Sí… te echo de menos…

No entiendo ni lo que estoy escuchando, porque es una mezcla de japonés y francés… Pero entre esas palabras desconocidas, creo entender algo que significa “no importa, este sufrimiento”… Me hace querer luchar, ¿sabes? Yo, que soy de esa clase de personas vagas que pasa por la vida sin darle importancia a las cosas ni a las personas, y que no cree que pasa de igual manera por las vidas de las personas; aquella que siempre ha querido eludir peleas y guerras, le gustaría plantarse delante de un problema y luchar por su vida, enfurecida con el mundo, queriendo destrozar todas las barreras del mundo y ser ella la vencedora. Dejar a todo el mundo por tierra y ser la vencedora, la orgullosa que sólo mira adelante… Jajaja. Las ideas que surgen de noche… alimentadas por extraños desconocidos que te suben el ego únicamente con un ritmo de guitarra y piano eléctrico.

Pero sí… siento ganas de hacer algo por mí… Estudiar resulta divertido, tener la mente ocupada es agradable, no nos vamos a mentir. Pero falta una pieza clave en la vida tan ajetreada y tan tranquila que llevo… Y es que, no hay historia. Hay razones de peso para sonreír y para esperar al día siguiente, pero sigue faltando la emoción para enfrentarte a ello. ¿Debo esforzarme más? El amor no se busca, se encuentra, así que es algo que podemos descartar por el momento, porque no hay obligación de tener que encontrarlo ya. Aunque quiera sentir, no tiene por qué ser obligatoriamente eso… No… hay formas de sentir – al menos para alguien ya experimentada como yo de sentir gracias a esa perfeccionada habilidad mental – que no tienen obligatoriamente necesidad de implicar a alguien que es posible que no esté dispuesto a quedarse en tu vida y que pueda complicarte la vida más de lo necesario. De entre todas las lecciones que he aprendido, una de ellas es que no hay necesidad de complicarte la vida por alguien que ni siquiera estás seguro de que está dispuesto a quedarse contigo y luchar por ti. Sí, he aprendido a ser egoísta. ¿Pero qué se le va a hacer?

Y ahora te preguntarás: ¿a qué viene esto? Pues sinceramente, no lo sé. Simplemente, quería tu compañía, quería contarte una historia. Desgraciadamente, carezco de ideas básicas con las que crear el telar, así que quedan estos pedazos desesperados que quieren dejarse oír por alguna razón que sólo mi inconsciencia podría explicarte. U otra razón más estúpida pero tal vez más acertada: simplemente, quería enfrentarme a este vacío que me atora, porque tanto echo de menos ese grito silencioso que quiero buscar sus palabras tecleando, recuperando mi antigua costumbre de escribir.

Quiero escuchar tus susurros… Quiero escribirte.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Personaje principal: tú

No siempre puedes ser el personaje secundario de la historia. 
Recuérdalo, tienes tu propia historia y tienes derecho a ser la protagonista. 
La cuestión es, que en vez de buscarte desarrollos complicados, intenta estabilizarte un poco con ese tiempo que te dedicas a ti mismo.