domingo, 30 de junio de 2013

Quien nada da, nada recibe

El momento más duro para ti fue aceptar que estabas harto de ellos. De cómo te trataban. De cómo te ignoraban y luego te reclamaban como si fuera tu culpa no haber preguntado por ellos.

Sí, harto estabas. Pero intentabas disimularlo por respeto. Porque así es cómo deberías responder ante ellos. No querías ser mal nieto, porque considerabas que tú eras una buena persona que no haría ningún feo a nadie. Pero llegaste a tu límite.

Harto estabas, efectivamente, de la ignorancia, de la falta de interés en tu persona, de la falta de recuerdos con esas personas que casi podrías llegar a pensar que eran más desconocidos que tu propia familia. Y más todavía, por los feos hechos a quien tanto había dado por ti, de tu gran héroe, de tu ejemplo a seguir. Jamás perdonarías a cualquiera que se atreviese a hacerle daño a quien tanto te había cuidado, a quien sacrificaría su mismísima vida y todo su orgullo por darte aquello que te merezcas. Y por eso, juegan con tu paciencia cuando los ves vacilar con los sentimientos de aquel a quien tanto respetas. Te dan ganas de romper esas reglas de cortesía, alzar la voz y reclamar lo que él nunca se atrevió a decir en voz alta, ya sea por simple cobardía, respeto, pasotismo o a saber el qué. Pero cada vez que dicen algo en su contra, cada vez que los ves tratarlo como si no fuera más que un simple peón, sientes que te clavan un puñal y morderte la lengua es cada vez más complicado, según tu cabeza que es capaz de pensar por sí misma. Granito a granito, el reloj de arena pierde segundos y poco va quedando hasta que el hueco vacío se llene de rabia. ¿Habrá alguna forma de darle la vuelta al recipiente y dejar que el tiempo siga corriendo por mucho más?

Una cosa es clara en este mundo, aunque luego las personas implicadas en esta realidad no son conscientes de que violan las leyes principales del contrato social: hay que dar cariño a un niño para que éste se sienta amado y corresponda al amor de sus padres. Lo mismo se aplica a cualquier ser humano. Si no seguimos esta pauta tan sencilla, ocurrirá lo siguiente: no habrá cercanía, será una relación fría y desconfiada. Habrá uno que tenga la delantera, que tenga el poder sobre el otro. Si el “controlado” es débil, vivirá bajo el mandato del fuerte, siempre agachará la cabeza en las discusiones y se rendirá sin proclamar la victoria en cualquier discusión que se le plantee. No se opondrá. Es posible que jamás exprese sus miedos, sus traumas del pasado debido a esa falta de amor, esa falta de preocupación.

Puede darse el caso de que incluso, esa relación quede tan vacía que no haya interacción entre las partes, o al menos, una de ellas puede pasar automáticamente de responder a la otra parte. Sin feedback, o retroalimentación, no hay comunicación posible. Sin mediar palabra, no hay forma de mantener contacto entre las partes. Sin mantener contacto, no hay cariño, no hay amor. No hay nada. Todo es vacío. Relaciones humanas establecidas únicamente por líneas de sangre (en caso de que los haya) pero desprovistas de significado verdadero. ¿De qué me sirve a mí tener a alguien que no pinta nada en mi vida? Estar por estar, vacía existencia.

La amistad es preciada porque quien decide ser amigo opta por luchar en esa relación, opta por entrar en el circuito de interacción. Tiene intención de dar cariño y recibirlo por la otra parte. La familia, sin embargo, uno no la elige. Nacemos donde nos dicta la suerte. El que se cree ese vínculo no está tanto en nuestras manos como en la del azar. Nos guiamos por unas reglas no escritas, de respeto, cariño y preocupación. Sin embargo, cuando algo falla y quien debe dar el primer paso (el fuerte, el patriarca) no conecta con el recién llegado... ¿qué se puede esperar de tal relación?

Nada más que vacío. Miramientos negativos y rabia acumulada... que algún día, puede que pronto, puede que tarde, explotará. Entonces, puede que la relación sea salvada o condenada al mismísimo olvido.

martes, 11 de junio de 2013

Silencio

A veces el silencio es un descanso para el corazón y la mente, que se permite tomar un respiro.
Otras veces, el silencio puede llegar a ser tan doloroso como mil cuchillas afiladas de cristal.

domingo, 9 de junio de 2013

(Anónimo): Se busca becaria...


…para adormecer la sádica mente de quien se hace llamar dueño del mundo. Para que los países ricos en cultura y el materias primas puedan descansar en paz.

Paz, palabra tantas veces escupida por los vacíos portadores de rifles que se enorgullecen de ser la llave que abre las puertas de la destrucción

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Nota: este relato no me pertenece. Desconozco el nombre de su autor original, ya que llegó a mis manos en una clase de Taller de Narrativa en el colegio. Las palabras captaron mi atención y lo guardé con interés, esperando algún día compartir la rabia que guardan sus palabras. 

miércoles, 5 de junio de 2013

¿Ser bueno o malo?

A veces pienso que los hechos de mi vida me quieren hacer aprender que debo ser más agradable con los que tengo a mi alrededor.

Pero otras veces pienso que lo que quieren enseñarme es que hay que ser cruel con otros. El monstruo que llevo dentro esboza una escalofriante pero excitante sonrisa sólo con pensarlo.


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La mente inocente y racional sigue intentando ignorar la presencia de la locura, pero aún persiste en su intento por arrastrarla a su terreno. De vez en cuando se encuentran cara a cara cuando sale a hacer algún recado y se aparta de la muchedumbre, cuando las ideas dejan de rondarle por la cabeza y la inactividad la lleva a buscar intereses lejos de lo ordinario.

Pero hay algo en él que ha cambiado últimamente. Antes, la mente inocente y racional había captado la desesperación por convencerla y hacerla pasar al lado oscuro. Sin embargo, ahora no parece tan persistente. Es como si supiera que llegaría el tiempo en que desistiera de su ensimismamiento y algo la arrastraría sin que él tuviera que hacer nada. Sentía que algo tramaba. Pero no podía hacer nada, aparte de estar cautelosa.

De momento, nada iba mal. Y conservaba la esperanza de que por el tiempo venidero todo siguiese igual. Lo mantendría a la vista, pero lejos de ella. Allí, sentado en su esquina de siempre, observándola interesado. Pero a distancia. Siempre a distancia. Donde ella pudiera verlo.

Porque, efectivamente, algo había que no la permitía apartarse de él. Era como si, igual que él parecía necesitarla a ella, ella lo necesitaba para recordarle dónde debía estar, quién era y por qué era como era.

Dos entes completamente diferentes, pero relativamente parecidas.

Luz y oscuridad.

Estabilidad y descontrol.

Inocencia y monstruosidad.

Quimera y Ángel.


sábado, 1 de junio de 2013

Banco de la confianza

Más de una vez ocurre que, cuando estás dispuesto a dar tu confianza a alguien, se te quitan los ánimos de dar el paso. ¿Por qué pasa esto?

Hum... Secretos. Mentiras. Información no compartida. Palabras y promesas una vez expresadas que no se cumplen, o que se contradicen con las acciones llevadas a cabo. Tantas veces se repite esta historia, que a estas alturas ya deberías haber aprendido la lección. Eso es lo que te recrimina tu sentido común, pero aún así, sigues ignorando el hecho y dando oportunidades una y otra vez, pero nunca llegan a su puerto de destino. La mercancía nunca es entregada. La confianza se traspapela en la oficina de correos, porque el transporte que se utiliza para entregarlo no es lo suficientemente seguro. A falta de un repartidor fiable, no habrá entrega que llegue a su destino.

Lo peor de la aventura de la confianza, radica en que si una vez confiaste en alguien, creíste ser su todo y recibir lo correspondiente a lo que dabas, cuando tu consciencia se da cuenta de que todo era una mera ilusión, la imagen tan apreciada que tenías se rompe en mil pedacitos, tan débil como un marco con cristal. Podrás volver a colgarlo en su sitio, pero sin cristal, pegarlo con los trozos fragmentados o cambiarlo. No seguirá siendo lo mismo de antes. Cambiará. Será más pobre, faltarán trocitos del cristal hecho polvo que no pudiste recoger con la escoba y el recogedor y volver a pegarlo. O... bueno, tal vez me equivoque y consigas repararlo, cambiar el marco y poner uno más bonito y resistente. Puedes incluso colgarlo en un mejor sitio para que no vuelva a caerse y dure aún más. Quien sabe. Pero por lo general, los humanos somos tan vagos que optamos por lo más fácil: decidimos volver a colgarlo en su antiguo sitio en vez de buscar una mejor localización; intentamos reconstruir los pedazos destrozados en vez de comprar un nuevo marco (ya que como somos así de austeros, decidimos ahorrar nuestras monedas de paciencia para posibles nuevas fotos, en vez de mejorar lo ya existente).

Fotografías. Recuerdos. Personas y paisajes. Pedacitos de nuestra vida, de nuestro corazón, de nosotros mismos. Amores, familiares, amistades, conocidos... Cada cual tiene su propio cuadro en la pared que es nuestro afecto. La calidad de cada imagen será correspondiente al entusiasmo que empleaste en aquel momento de sacar la foto, al cuidado que le des a la restauración de las propiedades que va perdiendo.

Siempre digo que lo necesario de esta vida es poder mirarte al espejo y que te guste el reflejo de lo que ven tus ojos. Poder pasar un rato a solas y no querer escapar de tu propia compañía. Poder tumbarte y repasar cada segundo de tu día y no recriminarte nada de lo que hayas hecho, dicho, pensado. Aceptarte y amarte por encima de todo, sentirte orgullosa tanto de tus virtudes como de tus errores. Porque nadie es perfecto.

Sin embargo, en esta sociedad, no podemos sobrevivir completamente sin otros. Necesitamos a los demás, bien sea para estar contento contigo mismo por ayudar a otro, bien sea por la tranquilidad que te hace sentir recibir ayuda de los demás, la felicidad que te hacen sentir las buenas noticias que le ocurren a tus elegidos, las bromas y caricias que te hacen sonreír, los malos tragos y penurias que te hacen crecer y cambiar... Necesitamos ese contacto. Porque nos complementan como personas.

Y he aquí el rompecabezas
Inviertes tus esfuerzos en creer en alguien cuando tu inversión está siendo deficientemente usada por bancos que ignoran las necesidades de sus depositantes y buscan sus propias expectativas de negocios; ocultándote información de las acciones que llevan a cabo, que malversan sus fondos y por tanto te esconden la verdad de lo que está ocurriendo con tu inversión, tus esfuerzos, tu confianza... ¿No se dan cuenta esos bancos que, ocultando sus secretos, hace que sea más dolorosa la caída cuando todo salga a la luz? ¿No temen volver a perder el capital? 

En este mercado tan fluctuante, en el que la amistad ha elevado tanto el tipo de interés efectivo, me da miedo hacer entrega de mis ingresos, por temor de que mi derecho de convertibilidad de la moneda desaparezca, por temor de que llegue el día en el que toda mi apuesta se convierta en polvo y vuelva a arruinarme como tantas veces me ha ocurrido. 

¿No sientes tú lo mismo? 

Por otro lado, es posible que encontremos un mercado en auge y consigamos beneficios extraordinarios que hagan que nuestros negocios y nuestro bienestar aumenten en gran cuantía, y seamos mucho más felices en ese exquisito mundo de la opulencia... 

Aún así... en este mercado tan volátil e incierto... ¿qué es lo que debemos hacer

¿Apuestas o pasas turno?

...

Pasapalabra. 

...

No sabe, no contesta.