domingo, 3 de junio de 2012

Move your body, although that could be the more stupid thing you've done in your life

Cierro los ojos y me dejo llevar por el ritmo de la música. Acabo de dejar mi bolso y mi chaqueta en el colgador de la barra, así que no tengo nada que me impida el movimiento. ¡Sólo quiero bailar! Sentir las notas penetrar en mi celebro, animándome a que sacuda el body y... ¡yeah! Aquí está mi amigo el ritmo. 

Olvidar por un segundo la pesadez del mundo. Olvidar por un breve instante la rabia de ese rostro que me amarga la existencia. Olvidarme de todos y ser yo la reina de la pista. Olvidarme de esas miradas que me miran como si fuera una idiota. Da igual, yo soy yo, y feliz estoy con mi baile tonto, con la mano en alto, la cintura en movimiento, el juego de pies hacia adelante y otra vez hacia atrás. Tal vez parezca una payasa a los ojos de esos tíos que tengo a mi alrededor, pero sólo pienso en una cosa: ¡me da igual! Yo sólo quiero pasármelo bien, con o sin gente. Sentir que por un momento la única que dirige mi mundo soy yo, que por mi fuerza de voluntad sigo en pie luchando contra la contrariedad, que tengo el poder bajo mi control, porque yo lo valgo. Porque yo soy yo y puedo, yeah baby, I can! You know that!

Las críticas de la gente me la sudan, por mucho que me miren como si fuese de una clase inferior a la suya, nadie tiene la misma magia que yo. Yo saco felicidad de donde no la hay. Sé que es una habilidad envidiada por esa gente que me mira como si fuera estúpida e insignificante. Yo me río de sus burlas. ¿Sabéis qué hago? Me dejo llevar por la música. Me bebo un trago de la caña que me ha costado dos euros, la vuelvo a dejar en su sitio y aplaudo al ritmo de la música. Doy paseos de un lado a otro en los pocos metros cuadrados que me he apropiado para mi disfrute. Lanzo una patada baja, muevo los hombros, tuerzo el gesto, frunzo el labio, saco la lengua, salto, chasqueo los dedos... Me vuelvo loca. 

Tal vez piensen que no soy más que una pobre borracha que no sabe ni qué hace. Pero soy consciente. La cuestión es que me da igual cómo quedar a vuestros ojos. No tengo complejos. Me siento libre, como una niña que juega con un hula hoop. Me divierto. Me río. ¡Salto llena de energía! En vez de criticar a los que me rodean para descargar mi frustración que siento por mi vida, lo que yo hago es concentrarme en el pequeño placer que es nuestro arte musical (aunque a veces se sobrestime lo que es buena música y encuentres bodrios que no escucharías una segunda vez en tu vida), y dejo que la rabia y la tristeza fluyan a través de mi cuerpo. No derramaré ni una lágrima por cosas triviales que no tienen remedio. Aceptaré las consecuencias, pero para aligerar el pesar, me desahogaré haciendo el payaso. Porque... ¡qué demonios! Yo misma soy una payasa, así que tengo derecho a reírme. 


Yeah! 
No one is going to steal me my smile! 

I will dance, I will sing.
I will be strong and fight with all my strength!

Y bajo esas miradas desconcertadas, ahí ando yo, vuelta y vuelta, moviendo el body, dando palmadas, soltando carcajadas porque todo me hace gracia. Aunque cuando se me pase la borrachera tal vez no recuerde por qué reí la noche anterior, sólo me preocupa el presente en el que estoy. Mañana tendré otro pensar, aunque espero seguir teniendo el que tengo ahora. Es más brillante. Y quiero seguir brillando.

En fin, amigos, que no os dejéis hundir por vuestras miserias. ¡Salir un rato y disfrutad! O esperad a estar solos en casa, poned la música más emocionante en vuestro reproductor, coged una escoba, una linterna, un micrófono, un tuvo de pasta de dientes... Poneos la ropa más cutre, la ropa más guay, id desnudos por casa... ¡Y gritad, bailad, cantad, sacudíos! Sacudid las penas que tenéis dentro y dejad que la música se las lleve. Dejaos arrastrar por ella. No os hundáis con ella, simplemente, dejad que hable por vosotros. 

No hay nada seguro en este mundo en lo que respecta a la felicidad. Pero podéis encontrarla por vuestros propios medios. Yo descubrí este método estúpido. Pero es divertido. Estúpido, como yo misma, pero lo que he llegado a reírme de la imagen que tengo de mí en mi cabeza no tiene precio. 

Si es que... ¿quién necesita que otros la hagan reír cuando te tienes a ti misma? 

¡Me encanta, la auto-confianza!





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