miércoles, 6 de enero de 2016

Razones no faltan para ponerme a escribir. El problema radica en qué quieres plasmar, qué quieres contar. Qué es lo que te motiva para querer huir de la realidad y escudarte en las letras. Cuando estás atareado y no tienes tiempo ni para preguntarte qué haces con tus horas libres, porque no las tienes, no encuentras momento ni necesidad de evadirte del mundo. Bastante tienes con no perder el norte y seguir sabiendo en qué día vives. Sin embargo, alguien que ha tirado tanto de las palabras, que se relaja plasmando sus pensamientos, conscientes e inconscientes, en una hoja en blanco, llega un momento en el que siente la urgencia de escupir sus peroratas al primero que le sobre el tiempo para leerlas.

En qué he invertido mi tiempo y mis energías, me pregunto ahora, una madrugada en el que por fin me siento con ganas de ponerme a contarte algo una vez más. He disfrutado del buen tiempo, he trabajado cuanto he podido, me he relacionado con gente nueva, he extendido mis horizontes y he mejorado mi habilidad comunicativa en sociedad (dato importante en vistas a mi pasado como ser insociable), he comprobado que muchas veces, sin que seamos conscientes, podemos ser importantes e interesantes para los demás, aunque no seamos conscientes de ello.

En mi verano de aventuras personales, sin embargo, la imaginación no ha volado tanto como le hubiese gustado, ya que ha estado atareada en mil y una cosas que debía y quería hacer. La bruja de la imaginación se sentó en su banquillo a esperas de que le dieran un pequeño papel en el espectáculo, pero no había capital suficiente para darle unas frases más en el guión. Algún pequeño papel pudo interpretar durante una temporada, pero se cerró el grifo y ha tenido que aguardar demasiado, hasta el punto en el que a la llegada de la nueva temporada de teatro, se pregunta si su contrato se renovará y seguirá siendo parte del elenco protagonista. Los espectadores proclaman que vuelva, ya que es necesario para que el espectáculo siga siendo verosímil y entretenido. No sería lo mismo sin ella. Sin embargo, se merece un sacrificio especial para que todo sea perfecto. Aunque sabemos que la perfección no existe, es a lo que aspiramos todos, como personas enteras que conservan su espíritu íntegro.

Mi querida amante, mi vieja compañera de penurias y alegrías, te he abandonado. Me he dejado llevar por la algarabía y la acción y te dejé de lado. No he tenido tiempo de concentrarme en ti, solamente tuya, y ahora sé que no soy quién para reclamar tu afecto, pero ciertamente, ahora soy consciente de cuánto te he echado de menos.

Amantes de las letras, sí, vosotros me comprendéis. No porque tengáis historias que contar, es el ansia de necesitar expresar vuestras penas, vuestras rabias, vuestras alegrías y por qué no decirlo, vuestras locuras; todo ello nos empuja a seguir ligados a las palabras tecleadas una detrás de otra, tengan o no sentido. Por mucho tiempo, mi mente ha estado ausente, mi corazón se ha dividido, pero nuevamente, viendo el comienzo de una nueva temporada más, reclama que volvamos a ser una, me pide que la recupere y esta vez, no la deje escapar.

Vieja amiga de penurias, me vuelvo a sentar a tu lado, tomo tu mano y te suplico que me perdones. Vuelve a mí, sé mi parche que cure mis heridas y me ayude a mantener el corazón completo. Volvamos a volar, a imaginar y a dibujar juntas. Da igual qué sea lo que salga de nuestro tiempo invertido, la cosa es el viaje, no la meta en sí.


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